['Pulp' A Feira]





Jarvis  Cocker, carismático vocalista de Pulp e inspirado letrista, está considerado como una de las figuras más relevantes de la escena del pop británico de las últimas décadas. En Madre, hermano, amante, su primer libro, nos presenta una selección de setenta y ocho letras de canciones comentadas. Además de un texto memorable del propio Jarvis Cocker sobre el arte de escribir canciones, en este volumen bilingüe los lectores y los fans de Pulp podrán leer temas clásicos como «Common People», «Disco 2000», «Babies», «This is Hardcore» o «Do You Remember the First Time?». La selección revela una sensibilidad que es inconfundiblemente propia de Jarvis Cocker: un acercamiento – a veces visceral, a veces cotidiano – al amor, las relaciones, y las cosas que nos hacemos los unos a los otros cuando bajan las luces.

[Qué Sencillo Es Hacer Un Fantasma]

 
Cómo matar

Bajo el arco de una pelota,
niño que se convierte en hombre,
escruté el aire largo tiempo.
La pelota cayó en mi mano
y cantó en el puño cerrado:
Abre ábrelo
ten este obsequio hecho para matar.

Ahora en mi disco de cristal emerge
el soldado que debe perecer.
Sonríe, y se desplaza con modales
que su madre conoce, hábitos suyos.
Los radios tocan sus facciones: Grito
ahora. La muerte, igual que un familiar,

oye y mira, ha hecho un hombre de polvo
de un hombre de carne. Esta alquimia
practico. Condenado como estoy, me distrae
ver difundirse el centro del amor
y las ondas de amor viajar hacia el vacío.
Qué sencillo es hacer un fantasma.

El mosquito ingrávido toca
su pequeña sombra en la piedra
y con qué semejante, qué infinita
ligereza, hombre y sombra se encuentran.

Se funden. Una sombra es un hombre
cuando el mosquito de la muerte se aproxima.

Poema de Keith Douglas
Túnez-El Cairo, 1943

[Releyendo, Que Es Gerundio]










[Otra Opinión Contundente]


['Franchutes' Al Larguero]







[Gotelé Mon Amour]





[Cuarteto De Pompeya]


I

Nos desnudamos tanto
hasta perder el sexo
debajo de la cama,

nos desnudamos tanto
que las moscas juraban
que habíamos muerto.

Te desnudé por dentro,
te desquicié tan hondo
que se extravió mi orgasmo.

Nos desnudamos tanto
que olíamos a quemado,
que cien veces la lava
volvió para escondernos.


II

Me hiciste tanto daño
con tu boca, tus dedos,
me hacías saltar tan alto

que yo era tu estandarte
aunque no hubiera viento.
Me desnudaste tanto

que pronuncie mi nombre
y me dolió la lengua,
los años me dolieron.

Nos desnudamos tanto
que los dioses temblaron,
que cien veces mandaron
las lavas a escondernos.


III

Te frotabas tan rápido
los senos que dos veces
caí en sus remolinos,

movías el culo lento,
en alto, para arrearme
a su negra emboscada,

su mediodía perenne.
Abrías tanto su historia,
gritaba su naufragio…

Nos denudamos tanto
que nonos conocíamos,
que los dioses mandaron
la lava a reinventarnos.


IV

Te desmentí de cabo
a rabo devolviéndote
a tus primeros actos,

te escudriñé profundo
hasta escuchar la historia
amarga de tu cuerpo,

pues sólo el amor sabe
cómo llegar tan hondo
sin molestar la sangre.

Esa noche la lava
mudó si paisaje en piedra.
Tú y yo fuimos lo único
que se murió de veras.


_______________________________
Poema de Fabio Morábito.
En Pompeya, entre otros cuerpos petrificados
por las lavas y cenizas de la erupción del
Vesubio (año 79), se conservan los de un
hombre y una mujer en el acto amoroso.

[Un Viejo Que Leía]






[¡Menos Lobos!]