['KarlTelera' En Verso]
Lo tenía francamente difícil, la verdad. Pero lo cierto es que David Benedicte (Madrid, 1969) vuelve a sorprendernos, y de qué manera, con su tercer poemario. El primero, Biblia ilustrada para becarios (20099), estaba centrado en el mundo del trabajo y del negocio y sus compañero inseparables, el desempleo y la precariedad laboral, mientras que Maremágnum 44 (2011) tenía que ver más bien con el ocio y las vacaciones de verano, siempre desde un enfoque muy crítico y comprometido.
Poemarx viene a culminar un proceso. En sus poemas, el gran icono ideológico de la izquierda, Karl Marx, se traviste, subvierte y metamorfosea en el León de la Metro y en el quinto de los Hermanos Marx, a los que se rinde un encendido homenaje -especialmente a Harpo, el más elocuente de todos, a pesar de no poder hablar-, así como a algunos grandes cómicos del cine mudo norteamericano, a Buñuel, a Umbral...
Estamos ante una obra conceptualmente unitaria que tiene como principal referente el cine: de hecho, las películas aludidas se hacen explícitas en una lista final denominada 'KarlTelera'. A lo largo de la misma, se alternan, eso sí, los largos poemas narrativo-discursivos con poemas aforísticos-greguerísticos muy breves (la mayoría, de un solo verso) y otros de carácter visual, de los que se desprenden agudas reflexiones sobre las contradicciones y perplejidades de nuestro tiempo. Desde el punto de vista expresivo, lo más destacado es su tono irreverente y su espíritu iconoclasta y transgresor, marcado, sobre todo, por el hábil empleo del humor y la ironía y la experimentación verbal y tipográfica. En cuanto a su lenguaje, llaman la atención, ya desde el título, los neologismos y los ingeniosos juegos de palabras. Este excelente libro supone la consagración de un poeta.
LUIS GARCÍA JAMBRINA
ABC CULTURAL
27/ABRIL/2013
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Letradicto
[Entropía Poética]
Cuando, como miembro del Comité de Lectura, me enfrenté con el original de este libro que hoy presentamos ya hubo un chispazo de buenos presagios, no sólo por el título Poemarx, que sin saber de qué iba ya me parecía un hallazgo por el juego de palabras, o por la ingeniosa composición de la portada, muy similar a la que figura en la página 15, y que era la orla de la Metro Goldwyn Mayer en la que se había sustituido al leónrugiente por un Carlos Marx haciendo el signo de la victoria,sino, sobre todo, por el seudónimo utilizado por el entonces desconocido autor, Marga Nelken, que ya son ganas de ir rompiendo casi antes de comenzar.
Las expectativas, pura intuición, se cumplieron y el poemario ganó el XXXI Premio de poesía “Ciudad de Badajoz”. Al final su autor resultó ser David Benedicte, un madrileño de 1969, al que ya conocía por haberlo leído en el suplemento semanal del diario HOY, licenciado en periodismo, escritor, novelista y poeta. Y el libro, muy bien editado como es costumbre en Algaida, nos regala además una magnífica portada de Miguel Ángel Martín, que capta perfectamente el espíritu y la miga de los poemas con un dibujo claro e inquietante de las gemelitas de El resplandor en plan grafiteras siniestras.
El poemario no es poemario al uso, de modo que hay que pasear por sus páginas con los ojos bien abiertos, limpios, sin ataduras ni prejuicios que puedan evitarnos disfrutar de él. Lo más clásico que nos encontramos en sus páginas es un soneto mudo cuyos dos tercetos son la traducción que el autor hace de los estertores bocineros (“jonk, jonk”) de Harpo Marx. Pródigo en citas que no coloca este autor, como hacen otros, a beneficio de inventario, y que deben leerse, por tanto, con la misma atención que los poemas, destacaré estas tres que les adelanto porque creo, a toro pasado y leído, que pueden darles la clave de lo que se van a encontrar. La primera de ellas, es una pintada del mayo francés: “Dios ha muerto, Marx ha muerto, y yo tampoco me encuentro muy bien”. La segunda, del escritor y filósofo francésGeorges Bataille, que escribió: “Lo reiteraré de todas las maneras posibles: el mundo sólo es habitable a cambio de no respetar nada”. Y la tercera, del belga Raoul Vaneigem: “No hay símbolo, por aborrecible que sea, que los juegos de lo viviente no tengan el poder de disolver”. Junten las tres, agiten la coctelera, añádanle un lingotazo ácrata, unas gotas de descaro más el oficio asentado de un escritor curtido, y el temible y demoníaco relativismo que tanto denuestan ahora los vendedores de orejeras se queda en repostería de convento. A partir de ahí, y por eso, o al revés si se regresa al futuro, se encontrarán ustedes con un libro que es un torrente iconoclasta, gamberro, imaginativo, escéptico, con una arquitectura formal que el montaje final del director ha mejorado, y en la que paseamos por un mundo de ficción realista, por un maratón peliculero en el que materialidad y fantasía no están constreñidas por fronteras, sino que se mezclan y se confunden y se parasitan mutuamente. Con un estilo apabullante hasta lo lisérgico, nos sumerge en una sucesión de historias posibles por imposibles, que la magia del cinematógrafo inmenso que es la vida hace realidad:
vemos al filósofo Karl, quinto de los hermanos Marx y a Harpo, digo, perdón, a Francisco Harpo, Caudillo de España por la gracia de Dios, mientras asisten en un cine porno a la felación que Mónica Halkova ejecuta a un elegido, manteniendo un diálogo desopilante en el que se establece el onanismo como una nueva forma de religiosidad a la que el capitalismo nunca podrá corromper; asistimos a la encarnadura, junto a los antiguos cines Luna, de un nuevo Cristo que ha colgado su cruz en una alcoba sembrada de desórdenes y congoja y para el que el cielo es un restaurante donde todos los días hay paella; descubriremos queLeopoldo María Panero, el que está hasta el puto culo de sí mismo, morirá en 2047, mientras su padre es un zombi que juega al golf con Pemán, Rosales y otros poetastros falangistas al tiempo que él, en la vigilia de un sueño, les ofrece el manjar desu cerebro; conoceremos que Fatty violó a Virginia Rappe por amor a Gustavo Adolfo Bécquer y sus candorosos versos y, para no seguir, oiremos la confesión del peluquín de Frank Sinatra, que nos cotillea los amoríos y coqueteos mafiosos de su dueño.
Intercaladas entre estas historias, que serían el grueso del libro, o sea, el programa central de la proyección, se nos ofrece una serie de fogonazos, de cortos, casi de escenas que, en dos o tres versos, recrean otras tantas películas que ya son distintas después de esa luz poética que las ilumina y nos ciega. Las fantasmagóricas gemelitas de El resplandor, a las que aludía al principio, violando a Jack Nicholson, ese escritor desquiciado y poseso que vive en un mundo irreal que lo domina y que es, en cierta forma, paradigma de todo escritor que se precie de serlo, es una escena imaginada que le da al original una dimensión aún más terrorífica; o la jirafa contestataria de El rey leónprotestando contras las monarquías hereditarias y haciendo así terrenal la metáfora, son dos buenos ejemplos de esa vuelta de tuerca con la que el poeta nos ofrece su visión, nueva y deslumbrante, de las mismas.
Con todo, deberemos de ir con cuidado para que la claridad de estos destellos no nos impida ver la luz de un magnífico libro de poesía, de peculiar lirismo, profundo, contundente, de una calidad que se mantiene sin flaquear, muy bien definido en su mensaje, lleno de contrastes en apariencia contradictorios y que, sin embargo, acaban encajando con perfección de tetris. Un libro que hay que leer más de una vez para paladearlo en todos sus matices, que hay que repasar para poder disfrutarlo en toda su extensión interior y atarlo en corto para que no se nos desmande más de la cuenta, porque algo salvaje sí que es por momentos.
Si para muestra de dicotomía vale un poema, me van a permitir que les lea el de la desventurada historia de un habitanteanónimo de Triste, pequeño pueblo oscense.
Se titula Happiness, o sea, Felicidad, y dice así:
Yo soy de Triste.
Nací aquí,
en esta aldea
de la que apenas he salido
desde que perdí a los míos
en un incendio
y en la que hoy,
vaya usted a saber por qué,
sólo quedamos 18 vecinos.
Le diré, eso sí, que hay de todo
en este lugar.
No crea que es norma entre los tristinos
mantener un rictus tan circunspecto
como el mío.
Ocurre que, en mi caso, soy de natural mohíno.
Lo llevo dentro.
Contaba mi madre, que el Buen Dios tenga en su seno,
que no dejé de berrear hasta que cumplí los 13 años.
Y que lo con pesadumbre,
tan cariacontecido
como cuando ahora vea una de mis pelis favoritas:
Ghost y Mar Adentro.
O como cuando escucho el Réquiem de Mozart,
o el de Fauré, o el concierto acústico de Perales.
Disfruto, ya le digo, con los días de lluvia
convertida en aguacero.
Suelo vestir de luto,
apostar al negro en los casinos on-line
y colarme,
cual viejo amigo del finado,
en los entierros de la comarca
a los que acudo llorando
a moco tendido.
Tuve una vez un amigo.
El cartero.
Pero cortamos nuestra relación
por incompatibilidad de caracteres,
en cuando me contó el tercer chiste.
Sollozo porque me hago viejo.
O cuando me acuerdo de mi exnovia.
O porque nadie en el pueblo coge
los bajos del pantalón.
Ahora, si me disculpa, he de dejarle.
Es la hora de mi llanto inconsolable de las siete.
He leído hoy en la prensa digital dos titulares que parece que se han confabulado para tratar de amargarnos este acto.“El libro celebra su muerte”, decía uno. El otro aún es más peliagudo:“El cine pide clemencia a Montoro”. El panorama, ya ven, es de aúpa. No obstante, creo que libros como éste, rompedor y valiente, que despeja certezas y alimenta dudas, nos sirven de refugio contra esa realidad apocalíptica y agorera que parece que nos rodea, no para huir de ella u ocultarla ocultándonos, sino para tratar de impedir augurios tan pavorosos como los que presagia.
Así, quizás, lograremos evitar que el libro muera y que el cine tenga necesidad de implorar. Y si nosotros no lo conseguimos, pues que venga Harpo y lo arregle a bocinazos.
Jaime Álvarez Buiza, 23 de abril de 2013.
Día del Libro.
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[¡Libro, Libro Quiero Ser!]
Presentación de los Premios de Poesía y Novela C. de Badajoz, el 23, en las Casas Consistoriales
Por El Avisador - 22 de Abril, 2013, 16:42, Categoría: General
Al calor del Día Internacional del Libro, mañana, martes, el Ayuntamiento de Badajoz hará la presentación del XXXI Premio de Poesía "Ciudad de Badajoz" --Poemarx, de David Benedicte-- y el XVI Premio de Novela "Ciudad de Badajoz" --El mapa de las viudas, de Daniel Dimeco-- en el transcurso de un acto literario que tendrá lugar en las antiguas Casas Consistoriales, en la Plaza Alta.
El acto, que estará presidido por el alcalde de la ciudad, Francisco J. Fragoso Martínez, dará comienzo a las 20,30 horas, y como presentadores de las obras premiadas actuarán Jaime Álvarez Buiza y Enrique García Fuentes, respectivamente.
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[Karl Marx No Es Clint Eastwood]
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Benedicte, David (Autor) | ||||||||||||||||||||
Karl Marx no es Clint Eastwood. Ni la España actual un remake de Sin perdón repleto de cowboys indignados. Aunque ambos deberían serlo. No en vano el filósofo prusiano es un fantasma que recorre, entre ruinas, los multicines de la Eurozona. Karl es el quinto hermano Marx. Karl Marx es el Cary Grant de los recortes. Una Marilyn Monroe que camina por el lado saludable de la paranoia. Un Robert de Niro jondo, metafísico, sentimental. Es Kate Morx. Romarx Polanski. Ennis del Marx. Merx Gibson. El arpa moribunda de un Harpo triste y locuaz. Una nube. Un árbol de luz. Una llamarada de cristal estrepitosa. Poemarx contiene versos heteróclitos y a ratos tumultuosos, irónicamente místicos, narrativos en apariencia porque trascienden su significado hacia lo lírico. Frente a ellos, leyéndolos, al principio parece que no hay más que la pantalla de un cine abandonado por un acomodador barbudo que guarda en un flash-back su rencor. Conviene abrir los ojos poco a poco. Resucitar. | ||||||||||||||||||||
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[Una De Las Nuestras]
No recuerdo ahora quién dijo que la fórmula de la felicidad se resuelve no madrugando, pero está claro que la foto de Sara Montiel (Campo de Criptana, 1928) ilustraría la ecuación en un diccionario ideal. «Lo siento, pero aún duerme. Tendrás que llamar más tarde», una frase a la que debe acostumbrarse quien quiera comunicar con ella. «Es que anoche salió con Marujita [Díaz] y estuvieron de juerga hasta las ocho», me comenta su mánager. «Éstas dos, en una noche de copas, pueden tumbar a cualquiera». A las 19:30 horas estamos frente a su hogar, en el séptimo piso de uno de los edificios más céntricos del madrileño barrio de Salamanca. Está bien esto. Pero que muy bien. Hay poderío. (Nota: las divas deberían vivir por decreto ley en las alturas -¿a partir del sexto?-). Que tome nota el ministerio. El fotógrafo me comenta en el ascensor que estamos sin medias para cubrir el objetivo. Es preocupante. Creo que fue la propia actriz quien, tras idear el 'método panty', revolucionó el mundo de la imagen. Pero la nueva Sara no usa trucos para las arrugas. Confiesa sumar 75 años y se muestra al natural, como las almejas, incluso para hablar de sexo. Primero, las fotos. Ordena y manda una Sara durmiente que, para su edad, se conserva tan lúcida como una veinteañera. Va a ser cierto lo de la fórmula.
E.S. Ahí va un cotilleo: dice Raúl del Pozo que, a los 75 años, las mujeres de Campo de Criptana son como doña Rogelia.
S.M. ¡Vaya! ¡Empezamos bien! Y, seguramente, él es un don Rogelio para ellas.
E.S. ¿Y usted qué le diría?
S.M. Que está muy feíto. Que ha envejecido muy mal.
E.S. Por cierto, ¿ha respondido ya a la proposición de matrimonio que le ha hecho Giancarlo Viola?
S.M. ¡Ay, qué hombre! ¡Qué pesadilla! ¡Ese Giancarlo siempre está con el matrimonio a cuestas! Yo le digo que ya somos muy mayores para estar casados, que es mejor ser 'amigos', pero no me hace caso.
E.S. ¿Qué le va a decir?
S.M. Está claro. Que no.
E.S. ¿No lo va a consultar antes con sus hijos?
S.M. Claro que no.
E.S. Por cierto, ¿han leído ellos Sara y el sexo?
S.M. No, aún no.
E.S. ¿Sigue manteniendo que Thais y Zeus la han hecho desgraciada como mujer?
S.M. Si y no. Fue una interpretación de 'Hola' que se comprendió mal. Me he separado por mis hijos y porque apenas he hecho vida en común con Tony.
E.S. ¿Un final de forma pacífica?
S.M. Así es.
E.S. ¿Y le ha vuelto a ver tras la separación?
S.M. No. Ni me quedan ganas.
E.S. Han estado en boca de todos, ¿hubiera preferido que no fuera así?
S.M. Cuando levantan falsos testimonios, me hiere. Aún soy Sara Montiel. Si no, la MTV no me hubiese contratado para sus 'spots'. Que nadie lo olvide.
E.S. ¿Y realmente cree que Sara Montiel necesita hacer lo que está haciendo con la prensa 'rosa'?
S.M. Yo no hago nada con la prensa 'rosa'. Es la prensa rosa la que lo hace conmigo. Vienen aquí a las seis de la mañana y se van a las 12 de la noche. Bajo y les contesto porque sé que si no van con noticias frescas a sus 'amos', les acaban pegando.
E.S. Entiendo, pero las exclusivas las vende usted.
S.M. No, perdona, sólo he vendido la de mi boda. Y si me casara otra vez, volvería a venderla. Como todos.
E.S. ¿Sabe que hay mucha gente que desaprueba eso?
S.M. Porque ellos no pueden hacerlo, porque nadie les paga. Por eso se enfadan tanto conmigo (sonríe).
E.S. Por cierto, ¿arregló lo suyo con Carmen Sevilla?
S.M. Sí, está arreglado. No pasa nada. El otro día hicimos las paces por teléfono. Estas cosas ocurren.
E.S. Sara y el sexo, ¿lo uno no puede estar sin lo otro?
S.M. El sexo es necesario. Mira, los 40 me pillaron con 16 años y entonces comprobé que hablar de sexo era tabú. Todo era pecado. Había oscuridad en lo referente a ello. El sexo es instintivo, natural y algo que se tiene que hacer con frecuencia.
E.S. Lleva tiempo practicándolo. ¿Es usted una experta?
S.M. No, no, por favor. Faltaría más. Hablo de ello porque tengo una mentalidad abierta. Fui descubriéndolo desde muy joven. Piensa que en aquellos tiempos había chicas casadas y con hijos que no sabían lo que era un orgasmo, que no podían disfrutar con su propio cuerpo. En España sólo disfrutaban ellos. Los españoles lleváis unos 800 años de moros, de árabes, y eso se nota.
E.S. Tiene solución. Dé usted un máster de Sexología.
S.M. (Sonríe) No exageres. Me he dedicado a contar mis experiencias sexuales. ¿Vale? Eso es todo.
E.S. ¿Era necesario un libro sobre sexo, a su edad?
S.M. Sinceramente, no. Hablo de lo que no existía en aquellos tiempos. ¿Tú ves normal que las mujeres se bañaran con camisones largos o se metieran en la cama con el marido totalmente vestidas?
E.S. Pues no mucho, la verdad.
S.M. Mira, el tigre cuando quiere coger a un tigresa empieza con un cortejo. Se la tiene que ganar. Bien, pues en la España de los 40 los machos no llegaban ni a ese nivel. No necesitaban ganarse a la hembra.
E.S. No, si yo lo decía porque con la que está cayendo.
S.M. ¿Perdona? No te entiendo.
E.S. Pues eso, que entre Tonys y aceituneros tiene usted revolucionado el mundo del 'corazoneo' y ahora nos sale recordando sus hazañas sexuales.
S.M. No tiene qué ver. Soy una señora que, a los 75 años, puede enseñar lo que sabe a bastante gente. La juventud tiene que aprender a hacer el amor y a compenetrarse. Es importante. Muy importante.
E.S. ¿Tanto como el lema «provoca, que algo queda»?
S.M. No creo que sea una provocación hablar de sexo.
E.S. ¿Sara Montiel es una mujer sexual o sensual?
S.M. Ni una ni otra. Soy una mujer que cuando ama, ama. ¿Que luego sale mal? Pues te divorcias y a otra cosa. También he tenido amores fuera del matrimonio. No he sido una frígida, ni mucho menos.
E.S. Vayamos al grano. Tuvo su primera experiencia sexual a los 17, ¿que es lo que más recuerda?
S.M. Sí, con Miguel [Mihura]. Tengo un recuerdo maravilloso. Me trató con una gran delicadeza. Fue muy bonito. No tengo ningún trauma por aquella experiencia. Di con un hombre que me supo buscar las cosquillas. Una experiencia maravillosa.
E.S. Perdón por el chiste fácil pero. ¿no fue demasiado. teatral?
S.M. (Ríe) Para nada. Era de una total exquisitez. Yo era virgen y él supo cómo tratarme desde el principio.
E.S. Ya, virgen pero a los ocho años ya andaba toqueteándose con un tal Adolfito en Orihuela.
S.M. Es cierto, con él intuí siendo una niña lo que podía llegar a ser el sexo completo. Eso era muy normal porque empiezabas a toquetearte con amiguitos y amiguitas pero nunca llegabas a nada.
E.S. Pues descubrió con él el orgasmo clitoridiano.
S.M. Sí, lo descubrí a esa edad. Fue como un juego.
E.S. Un lince ese muchacho.
S.M. (Sonríe) Se nos estaba despertando el sexo y era lógico que experimentásemos. Es parte de la vida. Lo que pasa es que nadie te puede prohibir hacer el amor cuando el cuerpo te lo pide. Adolfito murió muy joven. Pobre. Era un muchacho excelente.
E.S. Volvamos a su primera vez. Cuenta que Mihura se sorprendió porque usted era virgen pero no tonta.
S.M. Exacto. Nos enamoramos y estuvimos a punto de casarnos. Me quería mucho.
E.S. Y con él descubrió el orgasmo que usted llama 'grande', el vaginal. ¿Cuál es la diferencia?
S.M. Todo. Es el verdadero orgasmo. Es lo que es.
E.S. Había gran distancia de edad entre los dos.
S.M. Sí, él tenía 42 años y yo 17. Por eso no quiso casarse conmigo. Me pasó lo mismo con Anthony Mann. Cuando nos casamos él tenía 56 y yo 26.
E.S. ¿Favorece el sexo la diferencia de edad?
S.M. Pues no lo sé. No sabría decirte.
E.S. De hecho, mantuvo relaciones sexuales con el poeta León Felipe cuando él tenía 63 años.
S.M. Así fue.
E.S. ¿Y cómo le fue?
S.M. Bastante bien. He tenido la suerte de dar con hombres mayores que yo y me han dejado huella.
E.S. Sin embargo, con su ex Tony Hernández la cosa cambió y la 'experimentada' era usted.
S.M. Pues no. Los 'experimentados' hemos sido los dos. Él tenía buena experiencia cuando le conocí.
E.S. Usted empezó a trabajar en años muy duros.
S.M. Durísimos.
E.S. ¿Recuerda cuántas veces la han llamado puta?
S.M. Cuando paseaba con pantalones ajustados, muchas. España estaba muy atrasada en todo. Pero yo era un caso especial. Me adelanté a muchas cosas.
E.S. ¿Está contenta con la España actual?
S.M. Bastante. Es diferente. Todo ha cambiado.
E.S. Mantuvo relaciones sexuales con Hemingway.
S.M. ¿Con Ernesto? Sí, en Cuba. Un par de veces. Era un hombre muy fuerte que, curiosamente, me llamaba la bella segoviana. Lo escribí en mis memorias.
E.S. Pero cosas así tendría que demostrarlas. No sé. Algo como lo que hizo Monica Lewinsky, ¿no?
S.M. Fue en el 52, así que fíjate cómo estaría la cosa.
E.S. Confiesa que ni se ha masturbado nunca ni ha practicado el sadomaso.
S.M. Nunca.
E.S. ¿Por qué?
S.M. Pues porque no me ha gustado.
E.S. ¿Hay límites en la cama?
S.M. Sí, pero no tendría que haber ninguno.
E.S. ¿Cuáles son los suyos?
S.M. Los dos que comentabas antes.
E.S. Dice que a Giancarlo le encantaba maquillarla como a una puta, ¿a usted eso le excitaba?
S.M. Sí, bueno. Eso tiene mucha gracia porque Giancarlo tiene una fantasía 'moruna', como digo yo.
E.S. ¿Supera el 'terremoto caribeño' de Tony?
S.M. No, es otra cosa.
E.S. ¿Cuál era la diferencia?
S.M. No sabría decirte. Es distinto.
E.S. ¿Pero de verdad después de los 70 apetece hacer algo en la cama que no sea dormir?
S.M. Mira, hice 'varietés' con 40 y he heredado este cuerpazo de mi madre. Es 100 por 100 natural. Yo no me he tocado nunca ni la cara ni el cuerpo.
E.S. Se me está yendo por las ramas.
S.M. La mujer mayor puede ser muy peligrosa con el hombre que le gusta. Pero que muy peligrosa.
E.S. ¿Más que la joven?
S.M. Sí, bastante más. Sabe más, disfruta más y puede hacer disfrutar al hombre mucho más.
E.S. Vaya. ¿Algo así como el gato con el ratón?
S.M. No, tampoco es eso. Conozco muchas mujeres mayores que yo que tienen una gran vida sexual.
E.S. La veteranía es un grado.
S.M. Eso, la veteranía y el saber estar, el saber hablar. Yo soy así, qué voy a hacer.
E.S. Volvamos al libro que me pierdo. Confiesa que a Anthony Mann y Pepe Tous les encantaba que usted no se quitase el liguero y las medias.
Sí, sí, claro que sí. Hay que entrar en el juego del sexo sin ningún tipo de censuras o timideces.
E.S. ¿Ha practicado alguna vez sexo con una mujer?
S.M. Nunca en mi vida.
E.S. ¿Por qué?
S.M. Pues por que no, no, no. No me ha atraído.
E.S. Pero se sabe icono gay.
S.M. Sí, todos los homosexuales del mundo me adoran.
E.S. ¿Y no se ha parado a pensar por qué?
S.M. No lo sé. Supongo que quieren ser como yo. Sé que muchos han hecho el amor con su pareja vestidos de Sara Montiel. Me lo han confesado.
E.S. A ver si va a dar nombre a una nueva perversión sexual: el 'saramontielismo' o algo así.
S.M. No, no. Te hablo en serio. Me decía Terenci [Moix] que yo era el prototipo del gay que quería ser mujer.
E.S. ¿Ha participado en una orgía?
S.M. No, nunca.
E.S. ¿Ni en sus años hippys con Pepe Tous?
S.M. No, no, no. Eso ha sido una canallada. Lo que han dicho de Pepe. Mis hijos le han puesto una querella a esa señora. No se puede decir eso. No se puede ultrajar ni levantar falsos testimonios.
E.S. Estoy de acuerdo. Pero confiesa que estuvo usted a punto de montar un trío con él y una negra.
S.M. Sí, con una negrita maravillosa.
E.S. Al final quedó en dúo, ¿no?
S.M. Claro, paso él con ella y yo me quedé fuera.
E.S. ¿Cómo fue?
S.M. Maravillosamente. Luego me arrepentí de no haber entrado. Me lo perdí. Me pillaría en un día raro.
E.S. Es curioso.
S.M. A Pepe le encantaban las morenitas. De hecho, llevaba en la cartera un permiso firmado por mí en el que le daba poder para acostarse con ellas. Pero nada de blancas. En ese caso le hubiese matado.
E.S. ¿Es el hombre que más ha querido?
S.M. Sí, sin duda. Ayer mismo hizo 11 años de su pérdida y no he podido olvidarle.
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