

01. Fue bebido a 'La noche", un programa de televisión, ¿lo recuerda?
En aquel momento yo sólo bebía agua o Coca-Cola. Topor decía con humor: «El día que Arrabal beba vino o alcohol será el más importante del siglo». Aquella noche, con mucha sed, bebí lo que imaginé agua y era anís. El único recuerdo que guardo es el de mi despertar mientras se me hacía un lavado de estómago.
02. Vio usted a la Virgen a tierna edad, ¿cómo acabó aquello? ¿Se comprende la envidia que sigue despertando esta aparición?
Creí ver a la Virgen a los 17 años, que no es edad tan tierna. Me hubiera parecido inelegante y arribista comunicarlo en tiempos del catolicismo triunfante.
03. ¿Qué le inspira Zapatero?
Su biografía ¿plagia secuencias de la mía? Somos él nieto y yo hijo de oficial republicano condenado a muerte. A los dos las monjas nos enseñaron a leer. Los dos estudiamos Derecho. Luego tomamos vías opuestas.
04. Lo de Bush en Irak, ¿es otro Pic-nic?
Mi Pic-nic en el campo de batalla se representa en este momento desde Finlandia hasta Nueva Zelanda, pero ¿no es en los EE.UU. donde más y mejor se representa hoy?
05. ¿Cuál es el acto pánico por excelencia?
Organizar banquetes de ciegos con manjares azules como heliogábalo.
06. ¿Es cierto que cortó con los surrealistas porque se tomaban la vida ‘en serio’?
Topor, Jodorowsky y yo creamos el movimiento pánico estando con ellos. ¿Eran poco serios?, ¿como los camaleones de la política?
07. ¿Cómo se ve la cultura española desde el ‘exilio’ francés?
En biología molecular disfruta de una mejoría evidente, si comparo con diciembre de 2000 cuando coincidí en TVE con la ‘autoridad’ de este ramo.
08. Defina el delito de injurias.
Con la injuria se jura en la jauría. ¿No es la injuria el recurso injusto de quien no sabe juzgar?
09. Condenado por el franquismo tras dedicar un libro, ¿tan fuerte fue lo que puso?
Los fuertes entonces ¿eran los que condenaban y murieron en sus camas con las botas puestas?
10. ¿Qué le deben Franco y el franquismo?
Infinitamente menos que lo que a la mayoría de españolitos de a pie, que tantas patadas recibieron, y que la pareja que mató a mi madre a los biznietos desposeídos.
La realidad (la cruda realidad) se cuela por cada verso de este libro. Ya era hora de que los EREs y demás fueran fuente de inspiración.
Y tanto que sí. E imagino que la cosa, a partir de ahora, irá a más. La poesía, ya sea hecha a partir de un recorte de prensa o ante la contemplación de la rosa en ristre ante una divinidad que lleve siglos muerta, es uno de los últimos canales de expresión libre, global y verdadera que todavía nos quedan. El otro, y cada día que pasa estoy más seguro de que sólo nos quedan dos, es internet.
¿Estamos con libros como el suyo ante una nueva poesía social?
Sí. Aunque en este caso la denuncia de las condiciones políticas, tanto por cuestiones lógicas como de necesidad, pase a ser de condiciones económicas. Sin embargo, la reivindicación de la libertad sí que sigue siendo muy parecida. Hoy por hoy, el dictador hace las funciones de un jefe de personal y existe más censura previa frente a la máquina de café de una oficina que en las columnas de opinión de un diario de los años 50. De todas formas, ¿vale realmente para algo etiquetar la poesía?
Exageramos si pensamos que el trabajador, el ciudadano, vive en una suerte de campo de exterminio, una realidad kafkiana y opresiva, un nuevo Auschwitz?
No, ni mucho menos. Basta con entrar en una de las abarrotadas oficinas de empleo de este país para constatar que se trata de una parábola de lo más acertado. Es allí, en su interior, donde se percibe esa especie de holocausto cotidiano en el que seguramente acabemos todos por dejarnos engullir. Aun así, exagerar es, o debería ser, el primer mandamiento del poeta que pretenda ir más allá de un mero 'juntaversos'.
Hábleme de poesía y periodismo. Parecen mundo muy lejanos, pero no tiene ni debe por qué ser necesariamente así.
Así es. De hecho, hasta no hace mucho tiempo, en los periódicos se prodigaban los 'poemas periodísticos', que eran crónicas, reportajes o noticias en forma de poema. Umbral, Cela, Campmany recogieron el testigo de la carrera que había iniciado, en el siglo XVIII, o sea, en los mismos albores del periodismo, el clérigo Francisco Gregorio de Salas. Es curioso, pero el último periodista español que cultivaba recientemente el género fallecía recientemente. Se llamaba Félix Antonio González, firmaba como 'conde Ansúrez' y escribía en 'El Norte de Castilla'. A quienes hoy nos fajamos entre la trinchera de la poesía y la del periodismo quizá sólo nos quede mantener el espíritu de la primera en el segundo, aunque sólo sea por una cuestión de mera supervivencia.
“Restaurante Mengele. Especialidad en codillos y carnes a la brasa”. No se corta usted. La lírica también debe ser deslenguada y vitriólica.
La lírica debe ser, ante todo, libre. Por mucho que en ocasiones nos aterre el abismo al que nos asoma. Quizás haya llegado la hora de pedir a quienes aún contemplan rosas en ristre, a esa camarilla de poetas que facturan pompas de jabón y nos las venden como algo excepcional, que se encierren en sus cátedras, o en sus jurados o en sus chanchullos editoriales, y den paso a lo nuevo.
En este panorama, los becarios son los nuevos judíos con la estrella de David amarilla en la manga.
En este panorama, becarios somos todos los que trabajamos de forma autónoma o por cuenta de terceros. Y sí, vamos marcados, sin saberlo, por la estrella judía en la manga en recuerdo de quienes se vieron obligados a perderlo todo por culpa de la sinrazón.
Y, por supuesto, la inevitablemente, típica y tópica…. ¿Con qué autores ha crecido usted como poeta?
A ésta te contesto con un poema propio. Se titula 'Poética del hambre'. Espero que te guste.La poética del hambre
ésa es la mía
la de William
la de Jack
la de Patti
la de Henry
la de Wystan Hugh
la de Edith
la de Percy
la de John
la de Antonio
la de Oliverio
la de Nicolás
la de Alejandra
la de Gertrudis
la de Federico
la de César
la de Leopoldo María
la de Blas
la de Virgilio
la de todos los poetas que
como yo
están más muertos que vivos. ** Impecable cuestionario el que me hizo llegar el otro día el 'colega' Manuel de la Fuente para el diario 'ABC' en el que curra. No sé qué hará con esto en el papel, pero estoy deseando leerlo. ¡Muchas gracias por todo, Manuel! En cuanto a lo de la foto, sin comentarios. O sí. Dos o tres.
La suite está en el séptimo piso del céntrico hotel, Madrid es un rumor, y una sirena del Samur traspasa nuestro apretón de manos como la banda sonora de un filme nada original. Saludo a un Antonio Vega [Madrid, 1957] al que encuentro `desenfocado´. Como si esto fuese una película de Woody Allen, pero no tuviera ninguna gracia. Lo entiendo. El mítico cantante de Nacha Pop perdió a su pareja hace unos meses. Su fragilidad inicial -cualquiera diría, al verlo así, roto en mil pedazos, que el músico podría derrumbarse en cualquier momento- da pie a la actitud de quien tiene las ideas muy claras. Frente a él, nada es lo que parece. La timidez, dignidad. El dolor, ironía. Y una cosa está clara: la movida madrileña fue una extraña religión, sí, pero también tuvo su profeta.____________________________________________________________E.S. ¿Cómo se queda uno cuando le dan por muerto?
A.V. [Sonríe] Me hizo mucha gracia porque de pronto viví momentos de absoluta irrealidad. Entonces me dije: «¡Coño!, ¿será verdad? ¿Será verdad y de pronto estoy aquí como en las películas esas en las que uno está muerto pero no lo sabe?». Corrí enseguida a tocar las cosas de mi alrededor para cerciorarme de que estaba vivo. Luego, en definitiva, es algo un poco triste. Dices: «Joder, y en el caso de que estuviera muerto, ¿qué pasa? ¿Vais a utilizarlo como arma arrojadiza?». Sería el colmo que a uno le reprocharan haberse muerto. Pero lo peor de todo es que algunos lo convirtiesen en una estrategia de marketing. Pobre gente la que juega a eso. No me gustaría ser ese vivo. Preferiría ser este muerto que ese vivo. Les venía bien que en aquel momento estuviese muerto para dar salida a un proyecto de mercado. Pero la vida coloca a cada uno donde le corresponde. No me he preocupado por vengarme. Bastante tienen con lo que tienen.
«El modelo de la foto soy yo. Tenía la imagen en la cabeza y un día me decidí y, gracias al autotemporizador, me saqué esta instantánea, con el propósito de saber si soy capaz de crear una imagen publicitaria con mis propios medios.»IKER AZKOITIA ANTÓN. 19 AÑOS. LEIOA (VIZCAYA)
No nos permiten envejecer en esta ciudad; estropearnos penas, pero a cambio sí que nos otorgan un don, el de la belleza eterna, en pago a tan sádica determinación (y aquí, dando ejemplo, me tienen: ¡soy el de la foto adjunta!). Imaginen ahora, por favor, si es que pueden, un lugar sin arrugas en el que nadie pueda contemplar frente a un espejo los arañazos que todo calendario inflige a los ancianos. ¿Lo tienen? Pues eso es Monina d´Or. La capital de provincias en la que todos, desde su abotoxizado donjuán oficial hasta El Mismísimo (Nuestro Señor Dorian Gray), todos digo, hombres, mujeres, niños, perros, gatos, vivimos para gustar (y ser degustados). Es por eso por lo que, en el fondo, soñamos con ser feos. Yo mismo daría mi crema hidratante por contar con motivos de sobra para entrar en un quirófano en pos de una rinoplastia. Me paso las horas muertas imaginando que un día, de la noche a la mañana, mis abdominales transmutan en barriga cervecera o mi cabellera, en alopécica pampa. Me va la vida en ser feo, pavorosamente feo; deforme, gordo, desdentado, narigudo; feo; y estoy dispuesto a cualquier cosa con tal de serlo. Lo intento hoy con un método nuevo. Confío en que dé resultado. El centrifugado va aparte.
Si no brota de ti a borbotones a pesar de todo, ni lo intentes. A menos que te salga por voluntad propia del corazón y la mente y la boca y las entrañas, ni lo intentes. Si tienes que permanecer horas sentado mirando la pantalla del ordenador o encorvado sobre la máquina de escribir en busca de palabras, ni lo intentes. Si lo haces por dinero o la fama, ni lo intentes. Si lo haces porque quieres mujeres en la cama, ni lo intentes. Si tienes que sentarte y rehacerlo una y otra vez, ni lo intentes. Si quieres escribir como algún otro, olvídalo. Si tienes que esperar a que salga de ti con un rugido, entonces espera tranquilo. Si no llega a salir de ti con un rugido, dedícate a otra cosa. Si primero se lo tienes que leer a tu esposa o a tu novia o a tu novio a tus padres o quienquiera que sea, no estás preparado. No seas como tantos otros escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman escritores, no seas soso, aburrido y pretencioso, no te dejes consumir por el narcisismo. Las bibliotecas del mundo se han dormido de aburrimiento con los de tu calaña. No lo empeores. Ni lo intentes. A menos que te salga del alma como un cohete, a menos que creas que la inactividad te llevaría a la locura o al suicidio o al asesinato, ni lo intentes.
Tendieron en su frente alambre de espino. Alambre viejo. Oxidado. Rojo oscuro. Una maraña de remiendos y envolturas y pinchos metálicos. El pequeño Oskar estaba completamente desnudo y su cuerpo rociado con el contenido de un bote de lubricante que se había derramado. Luego ya sólo hubo cansancio. Un cansancio tan grande, parecido a un pozo profundo, que los prisioneros creyeron que estaba inconsciente mientras lo percibía todo y se daba cuenta con asombrosa claridad de que se estaba muriendo. Entonces recordó cosas aquel niño becario que iba para kapo. Cosas que, posiblemente, no le habían ocurrido nunca. Nunca.
Aquí estamos otra vez ensombrecidos por la oscuridad del cielo negro de Brandeburgo. Venimos agrupados de dos en dos. La eterna pareja hombre-hombre. Surgimos de la nada que rodea las verjas de este lugar. La Muerte nos arrastra sobre la grava a docenas. O a cientos o a miles. Somos demasiado numerosos como para contarnos. Motivo por el cual atravesamos el amplio arco de entrada de esta oficina estrechamente apiñados. Como un único cuerpo que ha caído muy bajo y tristes al caminar nos consolamos.
Nuestra ansiedad ahora grita solitaria como algo que obecece y permanece callada. Nos incorporamos como asustados. Estamos muy delgados y vamos vestidos a la moda. Se nos ve tranquilos a todos se nos ve tranquilos y esa tranquilidad es lo importante. Logramos oír, afinando el oído, débiles gemidos. Qué vulnerables parecemos. Sin embargo, no sentimos dolor. No sentimos nada pese a que tenemos un motivo de queja. La melancolía. Aquí estamos otra vez, yendo y viniendo. Nos contemplamos muy despacio con cierto afán. Como si lo nuestro fuera un reencuentro al cabo de los años. ¡Continuemos con los pasos y con las palabras! Viviríamos, sí, mañana mismo, en cualquier sitio a las afueras. En cualquier sitio. Menos aquí. En Sachsenhausen.
Góngora, Shakespeare y Goethe; de T.S. Eliot, Wallace Stevens y Ezra Pound; de Baudelaire, Rimbaud y Cavafis, Blas de Otero y David Benedicte.
“Lo importante de mis poemas es que puedan ser entendidos aunque no se conozcan las referencias que incluyo, igual que yo disfruto un poema de Góngora o Dante lleno de referencias que yo no poseo, no por eso el poema deja de imponerse”.
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“Lo importante de mis poemas es que puedan ser entendidos aunque no se conozcan las referencias que incluyo, igual que yo disfruto un poema de Góngora o Dante lleno de referencias que yo no poseo, no por eso el poema deja de imponerse”.
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“Lo importante de mis poemas es que puedan ser entendidos aunque no se conozcan las referencias que incluyo, igual que yo disfruto un poema de Góngora o Dante lleno de referencias que yo no poseo, no por eso el poema deja de imponerse”.
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"Espanis Sico. Poesía del horror. Brutal y emocionante. En tiempos de lo políticamente correcto David Benedicte destruye lo correcto y lo político. Un guiso de plantas carnívoras." (Ángel Fernández Fernández)