[Reservoir Dogs]


[Sueñan Las Pulgas]


 La ciudad de los selfies vacíos

El escritor David Benedicte escribe para El Ágora sobre el insólito escenario de calles vacías que ha dejado el coronavirus. Ilustran su texto las imágenes del fotógrafo José Luis Cuesta, que presenta este reportaje gráfico para nuestro diario

Texto: David Benedicte / Reportaje gráfico: José Luis Cuesta

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y soñamos los madrileños con salir de casa sin horarios, para que acabe pronto esta pesadilla con piel de cordero y podamos reconquistar las aceras. Porque ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo.

Lo que ha ocurrido con Madrid es esto: el 14 de marzo fuimos avisados de desahucio inverso que convirtió el ombligo madrileño en símbolo de la España vaciada. Y a la vista de estas fotos está: gajes de esta novísima normalidad, nos estalla en los ojos tanta soledad junta, tanta ausencia. Parece que todos se hubieran ido, o muerto; con las calles sin alma alguna, a la hora en que los mendigos se emborrachaban en las esquinas. Cuando las mañanas aún tenían una tonalidad amarilla, nada molesta, que se agitaba en la prisa de los madrileños que íbamos siempre con la mirada puesta en el reloj de Telefónica para llegar puntuales a ningún sitio.

https://www.elagoradiario.com/coronavirus/ciudad-selfies-vacios/





[Tú Y Yo]






CAPERUCITA Y LA BESTIA CHATEAN UN RATO

Una caperucita roja que se hace grafitera y firma como Kaperu o La Bestia de La bella y la bestia acudiendo a terapia de grupo. Son algunas de las revisiones de cuentos infantiles clásicos que la
editorial Alkibla ha publicado en la colección Te cuento… y en la que han participado autores como, entre otros, Manuel Rivas, Marta Sanz o Isaac Rosa. Cada uno de los cuentos viene acompañado de un reportaje del fotógrafo Clemente Bernad. Sobre la búsqueda de Marta del Castillo, por ejemplo, en Kaperu, de Patxi Irurzun, el primero de los cuentos publicados; o sobre el toro de la Vega, en el último de ellos hasta el momento, La bella y la bestia, de David Benedicte. Estos dos autores charlan sobre sus trabajos, la colección, los vasos comunicantes entre textos y reportaje fotográfico, y también sobre otros aspectos como la literatura juvenil, el día que ambos secuestraron a Ray Loriga o el carácter indisimuladamente promocional de esta conversación a través de un chat...

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[Menos Es Marx]





Se recuperan los textos de Karl Marx sobre nuestro bienio progresista (1854-1856). En su opinión, tres son los frenos que impiden la buena marcha del país: exceso de corrupción, necesidad de cambio de la ley electoral y libertad de expresión. ¿Filósofo o vidente?
 
Justo ahora. Cuando se cumplen dos siglos de su nacimiento. En pleno aniversario. Un momento idóneo para reflexionar sobre la figura del pensador alemán. O para resetear, en la medida de lo posible, su prolífico legado. Quizá convenga preguntarse, una vez más, en esta especie de juicio sin final, por la pertinencia del hombre que revolucionó el pensamiento del siglo XIX para cambiar el rumbo de la historia: Karl Heinrich Marx, nacido en Tréveris, Reino de Prusia (actual Alemania), el 5 de mayo de 1818.
Bien cierto es que a su muerte Marx ni siquiera es internacionalmente demasiado conocido. O lo es, únicamente, en el muy restringido círculo de la ‘Internacional Obrera’, con la cual no siempre mantuvo las mejores relaciones. Como lo prueba una boutade. La que en esos años lanza, una y otra vez a amigos y enemigos mientras trata de enmendar la plana a Sócrates: “Lo único que sé es que yo no soy marxista”. Y llevará razón: Marx se hará marxista, o será Marx, a lo largo del siglo XX, décadas después de su fallecimiento; proféticamente hablando.

Una eterna revolución pospuesta

“Marx nunca visitó España, pero a través de diarios y libros se acercó bastante a su situación política  ̶ explica Alberto Santamaría, profesor en la Universidad de Salamanca y responsable de España y revolución, recopilación de escritos del pensador alemán publicada por El Desvelo Ediciones ̶ . Creo que acertó en buena medida. Tiene algunos errores importantes y confusiones de época, pero su lectura es muy inteligente en lo relativo a los hechos y las diversas dinámicas históricas. Advirtió de que España, teniendo todas las posibilidades, nunca concluye sus revoluciones. Y encontró la respuesta en una burguesía completamente autista, en un campesinado incapaz de salir de su realidad y en la ausencia de movimiento obrero”.
¿Y podría aplicarse esa misma respuesta para la España posterior al 15-M? “Es difícil  ̶ responde Santamaría ̶  pero no podemos dejar de pensar que, según Marx, buena parte de los ejes revolucionarios que analiza siguen la siguiente estructura: hay un cuerpo social con un fuerte impulso revolucionario que ya no tolera la corrupción. En ese momento, la burguesía comienza a manejar los tempos de un modo tal que la revolución no se concluye sino que se va posponiendo. Así, cuando llegan las elecciones, dice Marx, el pueblo, cansado, acaba votando a los conservadores. Insisto, no sé si es extrapolable, pero resulta ciertamente inquietante”.

Sobre el lastre de la monarquía

Marx detecta tres elementos clave que hacen que el país no funcione: exceso de corrupción, necesidad de cambio de la ley electoral y libertad de expresión. ¿Añadiría alguno más si hablase de la España actual? “No me gusta hacer filosofía-videncia  ̶ argumenta Santamaría ̶  pero creo que lo que más le sorprendería a Marx sería el peso que la monarquía sigue teniendo en el presente. La monarquía española es, ha sido y será uno de los principales lastres. También el principio sobre el cual se asienta cualquier imposibilidad para el cambio”.
¿En qué contexto se reedita (o revisita) hoy en España la obra del filósofo alemán? “Vivimos en una cultura mercantil  ̶ replica el crítico literario Constantino Bértolo, seleccionador y autor del prólogo de Contra los nacionalismos, antología de textos marxistas recientemente publicada por Libros de la Catarata ̶  que confunde la contemporaneidad con la actualidad. Acontecimientos como el bicentenario de Marx facilitan su pequeña resurrección editorial, aunque es evidente también que la crisis económica ya había impulsado su relectura”.

Marx y el nacionalismo catalán

Por cierto, ¿en qué hubiese sido más crítico el filósofo alemán con el 15-M? “Supongo que en un cierto narcisismo de clase media  ̶ responde Bértolo ̶  que llevó al movimiento a no tratar de conectar de manera más clara y directa con el mundo del trabajo. Tarea ciertamente difícil pero que no se tuvo muy en cuenta. La ‘herramienta Marx’ es un arma en el combate de la larga lucha de clases. Y la revolución tiene que hacerse con la ayuda de esa ‘herramienta’”.
El nacionalismo era para Marx un medio para alcanzar la revolución, nunca un fin en sí mismo. ¿Cómo habría valorado el procés y qué solución habría incorporado? “Analizaría históricamente la conflictiva y singular formación de España como nación y supongo que, en razón a ese análisis, defendería tanto el derecho a decidir como el derecho a ejercer ese derecho. Y desde esa defensa, y de manera coherente con ella y por los medios democráticos a su alcance, no apoyaría la secesión de Cataluña por cuanto significara de ruptura de la clase trabajadora sobre cuyas plusvalías se ha levantado el actual marco económico de todo el Estado español”.
Para más inri, el genio de Tréveris señala que la única alternativa para que en España triunfe una revolución es que los revolucionarios opten a la corona. Más allá de la ironía, es una frase redonda. A la altura de buena parte del resto de sus ‘visiones’.

Autor

David Benedicte
es periodista y escritor. Su última obra publicada es “La Bella y la Bestia” de la editorial Alkibla.
Texto publicado en la web de: Goethe-Institut Spanien

[Poeta En Lavapiés]


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Tiempo muerto para Alí
David Benedicte
Ediciones B, 2015
304 páginas
18 €



Daniel Ruiz García
Lo que he leído de David Benedicte me ha llamado la atención, sobre todo, por su voluntad expresiva y la singularidad de la voz. Benedicte ha aprovechado este don de forma profusa en su poesía, siendo para quien suscribe una de las voces más sugerentes de los poetas nacidos en los 70 en España -aunque él es del 69-. Tiempo muerto para Alí me descubre a un Benedicte distinto al que he leído en poesía, aunque en realidad no del todo porque creo que sigue siendo, sobre todo, un poeta el que cuenta, sobre la red de una trama tejida, con dos tipos de lana: la de la novela negra, por un lado, y la del sainete costumbrista, en su evolución berlanguiana, por otro. Ya que en Tiempo muerto para Alí hay, y mucho, sentido del humor, cachondeo, ese tipo de cachondeo que te hiela la sonrisa tan propio del humor marca España.
El hecho de que se localice en Lavapiés, por un lado, y el componente ‘noir’, por otro, acercan la novela a Vivir y morir en Lavapiés, aquella ágil y contundente obra facturada hace unos años por José Ángel Barrueco. Pero donde Barrueco planteaba una visión eminentemente cinematográfica, muchas veces muy cercana a un guión, con abundantes diálogos, Benedicte propone, sin salirse del género, un texto más escorado hacia lo literario, donde el peso está siempre en el estilo del texto. Un texto donde rezuman ecos de Francisco Umbral o Fernando Quiñones, con una presencia permanente de la voz narrativa, que muchas veces parece más bien una voz poética, ahogando las páginas de metáforas y digresiones con una voluntad en muchos casos lírica, sin cerrar puertas a imágenes raras e incluso aberrantes.
Hay que aceptar de partida esa regla del juego: que Benedicte quiere jugar con las palabras, quiere mecernos con su ritmo y a su ritmo. Habrá a quien esta forma de estar y presentarse le resulte impertinente. Pero si el texto encuentra a un lector con predisposición a poner el oído, disfrutará de la prosa, del ornamento de un texto que es, a la vez, ligero y barroco, recargado y rítmico.
La historia tiene que ver con la novela de Barrueco no sólo en su planteamiento ‘noir’ y su condición de ‘thriller’ urbano sino también en el hecho de que ambas se desarrollan en Lavapiés. En este caso, la historia resulta muy actual, ya que uno de los protagonistas, al que alude el título, es Alí, un joven marroquí hijo de un imán y sobrino de un líder religioso colaborador del Estado Islámico. Durante todo un día, a la manera del Ulises de Joyce, este personaje, que parte de una situación de culpa, irá complicándose cada vez más la existencia hasta un destino grotesco y funesto. Otro de los protagonistas es Paco, un policía que para mí es el personaje más logrado de la novela, y que se verá atrapado en la vivencia doméstica del yihadismo. Ambas historias están entreveradas bajo la voz omnipresente de un narrador impertinente, digresivo, esquizoide, que otorga cuerpo y robustez al conjunto haciendo de Tiempo muerto para Alí una novela desde luego distinta, no apta para todos los estómagos pero que saborearán especialmente aquellos que, como quien firma, siguen creyendo en la voluntad de estilo.

[Nueva Normalidad]


[Artist In Heaven]