[Seguimos Remando Al Viento]




Este libro, XXXI Premio de poesía Ciudad de Badajoz (2013), escrito por David Benedicte (Madrid), tiene la singularidad de sus múltiples lecturas. Cada ocasión en que resuelve uno volver por sus páginas, tiene la sensación de estar leyendo algo nuevo, o al menos de descubrir cosas nuevas.
Para leer a David Benedicte uno tiene que hacer un acto de constricción y asimilar que la literatura en general y la poesía en particular tiende múltiples caminos y entroncados senderos, y que por esos senderos de escarpadas palabras es por donde anda nuestro amigo David. Nos lo pone difícil, pero el premio es inmenso.
En esta ocasión nos sumergimos en un mar de versos con orientación cinematográfica-televisiva. Buena escusa para torpedear los bajos fondos de la ironía, del sarcasmo y la crítica mordaz... tal y como harían unos actualizados hermanos Marx, cuyos personajes escampan por el libro sin cortapisas y con toda la libertad para moverse y arrear mamporros a diestro y siniestro.
Todo ello no quita un ápice de poción poética, de intensidad lingüística, de metáforas y filigranas verbales con las que los poemas aquí representados se disputan el trono de hierro de los elegidos.
Difícil tarea escoger entre largos poemas infectados de personajes y situaciones, y escuálidos mono-versos que sentencian, lapidan y concretan.
Este mundo que nos dibuja David está habitado de personajes reales e imaginarios, pero nunca, jamás, seríamos capaces de diferenciarlos... están vivos, laten sus corazones de versos entroncados, nos llaman desde el interior cosmopolita del poema, y nos alcanzan sus mundos desbaratados, sorprendentes.
Leer "Poemarx"es un ejercicio devastador para algunas neuronas, iluminado para mentes abiertas, una locura que agradecemos y es bienvenida a la poesía del siglo XXI... aunque a mí me recuerda algo al Quevedo más mordaz (salvando las distancias temporales y formales) y al Harpo más caótico y desvergonzado.
"ADENTRO la luz es la misma; siempre" Termina sentenciando este libro de poesía con mayúsculas.
Bienvenida esta luz oscura que ilumina calles sin farolas, asientos de cine de verano y pantallas de televisor de todos los salones del mundo.