[De Manueles, Pacos Y Josés García]

Compadre David
He chapoteado a gusto en la playa con un lorito que no dejaba de cantar en vez del jamming, el redemption song, era mi playa. En mi playa, la del camping de Vera, rodeado de pelirrojos, el director del Corte inglés o Zara, no recuerdo bien, me contó el día que se hizo nudista convencido y me reconoció con vergüenza el asco y el desprecio que sentía al ir a sus tiendas, tan textiles, la había cagado pero bien al hacerse nudista.
Cómo he disfrutado de un libro tan sano, tan saludable y tan saladito. Me ha gustado mucho la manera que tienes de colar cargas de profundidad o potentes iluminaciones bajo una apariencia de cotidianidad, desacralizando el ritual ñoño de los líricos al uso (y abuso). Lo mejor que se puede hacer por la poesía es insultarla, violarla, hacer violencia de género literario con ella, que lo agradece la pobre, ya está harta de que la traten como a una venerable momia.
Te veo entrando en el centro de la máquina a cambiar las conexiones para que nada se comporte como sería de esperar. Le leí a Sonia, mi mujer, el de Briatore a bocajarro, en frío, y le cambié el animo. Luego seguí lo mismo da Prado que Sabina y no pudo dejar de soltar una carcajada ya de alegría. Conseguir con un par de textos que alguien con bajón acabe riendo creo que es un don. Para mí el de don Flavio ya es uno de mis antipoemas favoritos, a la altura de los de Parra.
Hubo un rollo especial y raro en Valencia, entre lo fraterno, lo onírico y el parque de atracciones, de una calidez y calidad quizá irrepetible.

Mañana te mando los tiempos tremendos vía postal, con una propinilla manueliense. Este es mi correo (el del caracol), el otro es el de Manuel y por allá entro de tarde en tarde. Manuel es más de las redes asociales, yo también.
Un abrazo waitsiano y lírico
Paco