Compadre David
He chapoteado a
gusto en la playa con un lorito que no dejaba de cantar en vez del
jamming, el redemption song, era mi playa. En mi playa, la del camping
de Vera, rodeado de pelirrojos, el director del Corte inglés o Zara, no
recuerdo bien, me contó el día que se hizo nudista convencido y me
reconoció con vergüenza el asco y el desprecio que sentía al ir a sus
tiendas, tan textiles, la había cagado pero bien al hacerse nudista.
Cómo
he disfrutado de un libro tan sano, tan saludable y tan saladito. Me ha
gustado mucho la manera que tienes de colar cargas de profundidad o
potentes iluminaciones bajo una apariencia de cotidianidad,
desacralizando el ritual ñoño de los líricos al uso (y abuso). Lo mejor
que se puede hacer por la poesía es insultarla, violarla, hacer
violencia de género literario con ella, que lo agradece la pobre, ya
está harta de que la traten como a una venerable momia.
Te
veo entrando en el centro de la máquina a cambiar las conexiones para
que nada se comporte como sería de esperar. Le leí a Sonia, mi mujer, el
de Briatore a bocajarro, en frío, y le cambié el animo. Luego seguí lo
mismo da Prado que Sabina y no pudo dejar de soltar una carcajada ya de
alegría. Conseguir con un par de textos que alguien con bajón acabe
riendo creo que es un don. Para mí el de don Flavio ya es uno de mis
antipoemas favoritos, a la altura de los de Parra.
Hubo
un rollo especial y raro en Valencia, entre lo fraterno, lo onírico y
el parque de atracciones, de una calidez y calidad quizá irrepetible.
Mañana
te mando los tiempos tremendos vía postal, con una propinilla
manueliense. Este es mi correo (el del caracol), el otro es el de Manuel
y por allá entro de tarde en tarde. Manuel es más de las redes
asociales, yo también.