[Maremágnum 44]


 

Siempre he creído que es una determinada mirada la responsable de engendrar el misterio de la poesía. Una educación de la sensibilidad, una perseverancia en la indagación, una conjunción de estados mentales y situaciones que permiten a la inteligencia regresar de su propio abismo con algo más que palabrería alucinada. Cuando se consigue habitar ese estado de gracia, el lenguaje deja de ser máscara para convertirse en revelación. Y entonces ya no tiene sentido hablar de la técnica porque se hace patente la absoluta necesidad de la palabra precisamente en aquello que tiene de verdadero.

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