[El Empleado Del Mes]

No los creí. Pero me convencieron invitándome gozosos a matar a un novio lacónico y feo a horadar la lluvia a violentar novicias sin freno (o sin frenillo) a tergiversar en actos públicos arduas nociones de estado a reventar acariciándolos los globos oculares de la gente joven y desarrollé así en el minuto siguiente una vertiginosa actividad. Sané los cólicos renales de las chachas filipinas me impulsé a la búsqueda incontinente de nuevos sabores presioné una y otra vez el botón del encendido anuncié el otoñó salpiqué a todo aquel que se encontraba al alcance de las salsas. Pregunté entonces una y otra vez cuál era mi cometido: y me dijeron que era Esclavo De Las Cámaras de Gas.