[Bassi Stop]




XLSemanal. Es usted de los pocos que no se enfada cuando les llaman payaso, ¿cierto?
Leo Bassi. Evidentemente. Yo vengo de una larga tradición de bufones en mi familia. Mi padre, mi abuelo, mi madre, mi abuela, mi hermana... Todos nos dedicamos al teatro. Ser bufón permite poner un espejo deformante hacia el mundo serio. Estoy encantado de ser un payaso.
XL. Sin embargo, su imagen es la de estar siempre echando pestes. Dígame que es sólo un personaje.
L.B. Lo es. El problema con los payasos es que la gente siempre se toma en serio lo que ven en nosotros y se olvidan de que seamos simples caricaturas. Mi misión es transmitir esta imagen de loco que me acompaña. La gente se asusta al verme actuar así. Pero se trata de una creación. Una obra de arte.
XL. ¿Y cuánto hay del Leo Bassi real en ese personaje?
L.B. Poco. Digamos que es un Leo Bassi totalmente deformado.
XL. ¿Y cuándo se cabreó el verdadero Leo Bassi por última vez?
L.B. Hace muy poco. Con todo lo que llega de Gaza. No hay palabras en ningún idioma que puedan describir lo que se está viviendo allí.
XL. ¿Es utópico ser payaso, o bufón, en pleno siglo XXI o tiene más sentido que nunca?
L.B. Es utópico. Yo soy utópico. Todos en mi familia lo hemos sido desde hace siglos. Nunca hemos creado nada serio. Llevamos 160 años manteniendo la utopía de hacer reír. No hemos aportado nada constructivo.