[Cerbantes]
Así, con be. Con be de bizarro.
Con be de batiburrillo. Que es como al ilustre manco alcalaíno le gustaba
rubricar, según cuentan, sus abundantes facturas. Con esa misma be con la que
se reía de todo el mundo y de sí mismo -empezando por la letra más borreguil de
su insigne apellido-, la editorial Reino de Cordelia acaba de publicar Don Quijote de la Mancha, de Miguel de
Cerbantes, ilustrado por Miguel Ángel Martín en edición de Pollux Hernúñez
y Emilio Pascual.
Y así, con esa
misma be -de burocracia, banalidad y bufonada-, me temo que esto es lo más
notable que va a suceder, en materia cervantina, hasta que el 22 de abril de
2016 se celebre el cuarto centenario de la muerte del escritor. A pesar de los
65 millones de euros de vellón aportados por el Gobierno para festejar la
efeméride. A pesar de la Secretaría de Estado de Cultura. A pesar del Instituto
Cervantes del insigne Víctor García de la Concha, quien ya ha advertido de
cierto “retraso” en los preparativos. A pesar del Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte. A pesar de las comisiones nacionales. A pesar de todos los
pesares.
Un Quijote punk. Eso es lo que necesitábamos. Desde
hacía tiempo. Una colorida vuelta de tuerca a un libro que estamos obligados a
reinterpretar constantemente, ya que los clásicos lo son porque admiten todo
tipo de ‘tropelías’. Como recontar la historia del ingenioso hidalgo en clave
de spaghetti western o reconvertir a
Quijote y Sancho en Bud Spencer y Terence Hill, que es lo que ha hecho Miguel
Ángel Martín.
Queda
redecorado, de esta manera, el clásico español por excelencia. Con un centenar
y medio de dibujos a tinta china y acuarela sobre papel facturados por el comiquero patrio más reconocido dentro y
fuera del país, Martín, quien fue galardonado en su día con el Premio Yellow
Kid de Roma al mejor autor extranjero (una especie de Oscar del noveno arte).
Ahora lo
importante es que se relea.
Aunque me temo
lo peor.
No en vano
expertos cervantistas, críticos, estudiosos y otras gentes de malvivir
coinciden en que, de plantarse aquí mañana don Miguel de Cerbantes Saavedra al
volante de un DeLorean, nunca ganaría el Premio Cervantes. Le tocaría ver,
anonadado, cómo se lo dan a Cristina Pedroche. El pobre Cerbantes escribiría
una obra maestra parodiando los ‘thrillers’ suecos, eso es más que seguro. Sin
embargo, se vería obligado a autoeditársela en Amazon.
Vale.
Posted by
Letradicto