Un lúcido ensayo analiza las causas del deterioro y la destrucción del variopinto paisaje español, especialmente en zonas costeras, aunque también en pueblos y ciudades del interior, sin olvidar los desmanes cometidos en lo que hoy se conoce como España vaciada. ¿Por qué no existe en nuestro país un observatorio del Litoral como el francés? ¿Por qué en 1967 habíamos catalogado más de “mil pueblos bonitos” y ahora no quedan ni cien? Estas y otras cuestiones hallan respuesta entre sus páginas. Se ruega leer con los ojos muy abiertos.
Su título apenas deja lugar a dudas: España fea. Aunque, por si así sucediese, va acompañado de un subtítulo, escueto y demoledor, que sirve para confirmar lo obvio: El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia. Y lo cierto es que pocas veces se topa uno con ensayos cuyas páginas, 440 en total, mantienen el nivel de tan acertado título.