[El gato al ‘cava’]
Me siento
Ruiz. Demozcópico. Mezquino. Deleznable. Y, en determinados momentos del día o
de la noche, según hayan hecho efecto las pills de mi cuantiosa medicación,
eztafado.
Soy un Ebenezer Scrooge a quien
el frío interior le hiela las viejas facciones, le amorata la nariz afilada, le
arruga las mejillas, le entorpece esta incómoda postura propia de un caganer
bipartidista al que han dejado sin papel higiénico ni posibles pactos de gobierno
que llevarse a las nalgas. Y asumo, como el votante consternado que llevo
dentro, cual diarreico pastorcillo medio oculto entre el musgo, esta
catastrófica desdicha electoral que va a impedirnos celebrar unas navidades tan
blancas como dios manda. ¡Oh, ‘bronca’ Navidad!
Por todo esto me siento Ruiz. Y deliberadamente zucio.
No obstante, me empeño hoy en divagar, aquí, mientras
permanezco encogido, con los pantalones en los tobillos, en alguna zona
desierta del sur de este belén denominado España. Pero lo único que tengo claro
es que al caer la tarde, a las puertas del portal, o del Congreso, deberíamos
ser un sinnúmero de figuritas las que defecásemos juntas, contraídas y
pestilentemente airadas en medio del embrollo democrático en el que nos hemos metido.
Un sinfín de caganers irreductibles. Dispuestos a armar la
marimorena. En legítima y excrementicia defensa.
Puede que esta posibilidad de comunión defecatoria nos permita
experimentar sentimientos sordos de euforia, ternuras que nos mantengan a salvo
del estreñimiento, y los acontecimientos empiecen a abonar nuestro reciente
optimismo.
¿Por qué tanto odio? ¿Era realmente necesario? ¿Ha salido
algún claro ganador de esta insensatez?
Aun así, hasta que por fin se cumpla esa hora halagüeña,
permitidme sentirme Ruiz. También Scrooge. Y
demozcópico. Para maldecir estas navidades concebidas como un cotillón
postelectoral que Rajoy acaba de endilgarnos. Dejadme renegar, en la agitada
víspera de este sindiós, de una cena de Nochebuena en la que los suegros, en
pleno chupeteo de la pata de su pertinente nécora, oficiarán de sesudos
analistas políticos. En la que algunos pretenderán convertir al sobrinito
ochoañero en un miniyó de Errejón dispuesto a entonar ‘La Internacional’ por
todo villancico. Condenemos juntos la
nochebonus track, repleta de hastío constitucional y teorías conspiratorias,
que se avecina. Malaventurados sean por ello los que nos echan a los
hambrientos leones del cuñadismo talibán. Se acabó eso de sentar a un pobre a
la mesa en fecha tan señalada; a partir de ahora, lo que toca es invitar a los
tertulianos de ‘El gato al agua’ o ‘Al Rojo Vivo’.
Posted by
Letradicto