Pocos saben que Johann Wolfgang von Goethe (Fráncfort, 1749-Weimar,
1832), además de poeta, novelista y dramaturgo, invirtió buena parte de
sus ratos libres en el estudio de la óptica, la meteorología, la
anatomía, la zoología, la mineralogía, la fisiología y la paleontología.
De hecho, a él le debemos la existencia del Museo Nacional de Goethe en Weimar, fundado por el escritor gracias a su colección de 19.000 piezas de minerales, rocas y fósiles en la casa
de estilo barroco diseñada por él mismo. También fue Goethe el
responsable que se pudiese probar la existencia del hueso intermaxilar
en los seres humanos gracias a sus investigaciones. Y la goethita, un
óxido de hierro monohidratado llamado así en rendido homenaje a su
afición, casi adictiva, por los minerales.
https://www.goethe.de/ins/es/es/kul/sup/nac/ann/22042512.html
Goethe ejerció de genio romántico pero tuvo ínfulas de hombre del Renacimiento. Hiperactivo de su tiempo que refleja en sus escritos el mundo en que vivió, testimonio en el que literatura, poesía, filosofía y ciencia coinciden juntas pero no revueltas. En España se desconoce casi todo sobre su pasión por la botánica, solapada por ese espíritu de intelectual-orquesta que poseía al escritor francfortés. Sin embargo, cuentan que el propio Goethe afirmaba, ya en edad madura, haber experimentado los ratos más felices de su atareada existencia mientras recorría floristerías, campiñas y jardines varios.
https://www.elagoradiario.com/agora-forum/a-style/cultura/goethe-entre-las-flores/