[Teletrabajo A Las Teclas]

 

Escribir. Es-cri-brir. Escribir hasta inundar todos los folios de este mundo. Hasta empaparlos en una rabia canina, entintada, procesal, incontenible.

Escribir para manchar los rincones inmaculados de cada página. Para rociar los documentos de Word con tu odio escarlata y sublime. Provocar incendios dactilográficos con la yema de tus dedos. Pero delicadamente, como hacen los pirómanos más viejos del lugar nada más llegar al bosque.

Escribir. Escribir igual que se doma, sin látigo que valga, a la famélica manada de leones de un circo desahuciado por los concejales de cualquier ayuntamiento sin puñetera gracia.

Escribir como se mata. O como se muere. Escribir para bucear, sin botella de oxígeno, en las profundidades de uno mismo. Escribir en busca del asesino que llevas dentro. Hasta alejarte de la luz.

Escribir a martillazos. Sin perdón. A navajazos. A bocajarro. Rechazando paliativos. Mantenerte ajeno a cualquier ternura. Escribir sin lástima ni piedad. Escribir, siempre, desde el lado nocturno de la verdad. Escribir amparado por nocturnidades y alevosías. De manera enajenada y en estado permanente de locura transitoria. Ejercer el poder destructivo de la escritura. Someter a tus víctimas con total impunidad.

https://www.elespanol.com/opinion/20151007/69873018_13.html