Monina D'or

La realidad...




«El modelo de la foto soy yo. Tenía la imagen en la cabeza y un día me decidí y, gracias al autotemporizador, me saqué esta instantánea, con el propósito de saber si soy capaz de crear una imagen publicitaria con mis propios medios.»

IKER AZKOITIA ANTÓN. 19 AÑOS. LEIOA (VIZCAYA)








... y la ficción


No nos permiten envejecer en esta ciudad; estropearnos penas, pero a cambio sí que nos otorgan un don, el de la belleza eterna, en pago a tan sádica determinación (y aquí, dando ejemplo, me tienen: ¡soy el de la foto adjunta!). Imaginen ahora, por favor, si es que pueden, un lugar sin arrugas en el que nadie pueda contemplar frente a un espejo los arañazos que todo calendario inflige a los ancianos. ¿Lo tienen? Pues eso es Monina d´Or. La capital de provincias en la que todos, desde su abotoxizado donjuán oficial hasta El Mismísimo (Nuestro Señor Dorian Gray), todos digo, hombres, mujeres, niños, perros, gatos, vivimos para gustar (y ser degustados). Es por eso por lo que, en el fondo, soñamos con ser feos. Yo mismo daría mi crema hidratante por contar con motivos de sobra para entrar en un quirófano en pos de una rinoplastia. Me paso las horas muertas imaginando que un día, de la noche a la mañana, mis abdominales transmutan en barriga cervecera o mi cabellera, en alopécica pampa. Me va la vida en ser feo, pavorosamente feo; deforme, gordo, desdentado, narigudo; feo; y estoy dispuesto a cualquier cosa con tal de serlo. Lo intento hoy con un método nuevo. Confío en que dé resultado. El centrifugado va aparte.