Mi madre se muere. Lo hará hoy. Quizá mañana. Me dicen que en cualquier momento. Pero quién sabe. Ningún miembro del equipo médico ha sido capaz de arriesgarse a emitir un veredicto. Aquí todo son camas repletas de gente que ya no madrugará más. Creo ver pasar a su ángel de la guarda, pero es el jefe de planta. Cáncer . Un demoledor y voraz carcinoma, del tamaño de cinco arruinadas Groelandias, ha decidido dinamitar sus entrañas. El mismo cáncer que ha dejado de ser aquel crustáceo displicente que ilustraba los horóscopos de mi infancia para convertirse en un enemigo. Nuestro adversario. Vandálico e imperecedero.
https://www.elespanol.com/opinion/20160817/148615140_13.html